Relatos interconectados (1 de 4)
Encuentro en la Cafetería
El atardecer era impresionante, lleno de colores rosas, amarillos y rojos intensos, que parecián bailar al ritmo de las nubes. A medida que oscurecía el frío se iba apoderando de la ciudad y sus habitantes.
«Qué frío que hace, debí haberme puesto el abrigo más grueso, pero no me gusta lo incómoda que me siento, ¡es que no puedo moverme!». Se regañaba Ana en su mente mientras buscaba un lugar para calentar el cuerpo. Miró curiosa una vitrina donde había un cheesecake de maracuyá, su favorito. inconscientemente se saboreó los labios.
– ¿No se ve delicioso ese cheesecake?, está para llevarte al cielo a bailar con esas nubes – dijo una mujer con tono amistoso y con seguridad en lo que decía – Pasa, entra, el frío está comenzando y tú tan desabrigada.
– Eh, ¿bueno? – respondió Ana, que a pesar de llevar pelo corto, gafas y un estilo que cualquiera envidiaría, es muy introvertida. – Justamente andaba buscando un lugar tranquilo y cálido para poder trabajar.
– ¿En qué trabajas? déjame adivinar… escritora. Espero haber adivinado, te cuento de inmediato que soy muy mala en eso. Por mi parte, me presento, Soy Marta, y como te darás cuenta, soy la dueña de ese cheesecake, bueno en realidad de toda la cafetería – Marta la mira con una cálida sonrisa de oreja a oreja.
– Mucho gusto mi nombre es Ana, eres muy amable al invitarme a entrar, comenzaba a congelarme y no me puse el abrigo grueso, me incomoda en mi trabajo y pensé que terminaría temprano en un lugar cómodo para poder trabajar… y no, no le atinaste a mi profesión.
– Es que tienes una pinta de escritora, pero bueno… ¿en qué trabajas para preferir pasar frío a estar incómoda?
– Soy fotógrafa y justo ahora buscaba un lugar para seleccionar las fotos que hice hoy para una exposición futura, ¡aunque no he podido hacer una en mi vida! soy nueva en esto.
– Podría haber jurado que escribías, tienes todo ese rollo y un estilo, ¡uff! que me da envidia que te mueres. Aunque escribir y fotografiar son dos formas de expresión ¿no? ¿Te gusta la escritura también?.
Ana se sonrojó y rió tímidamente – No escribo, aunque los escritores sí son mi tipo.
–Que maravilla, mira que por aquí pasan varios escritores para inspirarse junto a una taza de café recién tostado – Marta manotea de felicidad como si hubiera encontrado una idea fantástica dentro de sí – Creo que te puedo ayudar con 2 o 3 cositas, sígueme.
Marta entra caminando a toda prisa hasta el fondo de la cafetería, felíz por encontrar una nueva amiga con quien conversar, ya que Marta era conocida por ser una gran anfitriona y muy sociable, de un gran corazón y con ganas de ayudar a todos los que se cruzaran por su cafetería.
La cafetería era un lugar mágico, hermoso, lleno de vida y acogedor. La luz del atardecer iluminaba completamente una pared dedicada a los artistas locales, esto junto a un pequeño escenario dedicado a hacer presentaciones de música, poesía, incluso stand up. Todo pensado para que el lugar se llene de vida y de arte cada día, y así puedan disfrutar junto al aroma y sabor de un buen café. En palabras de Marta «…Evocamos y creamos nuevos recuerdos junto a los aromas de la mejor bebida del mundo… el café».
Al llegar a la pared del fondo, Marta con mucho entusiasmo le muestra a Ana su rincón preferido.
– “Y… Tarán…” – Marta tarareo con entusiasmo – ... Este es mi rincón favorito de la cafetería, es un lugar especial para que los artistas locales, como tú, puedan exhibir, mostrar su arte y poder darles una oportunidad de expresarse. También para ayudar a nuevos artistas. – Mira emocionada a Ana – Esta es la primera de las 3 cositas que te puedo ayudar ¿Qué te parece?.
– ¡Me encanta!, ¡es un lugar muy bello!
– Muchas gracias, este lugar se ha levantado con mucho esfuerzo y cariño. ¡oh, ya llega la segunda cosita en la que puedo serte de ayuda.
Ana y Marta se sientan en una mesita para 2 personas, muy comoda y acogedora, en donde uno de los ayudantes de Marta trae dos trozos de cheesecake de maracuyá y dos tazas de un moka latte que llenaba la atmósfera con su dulzor aroma.
–Pero qué maravilla, ¿sabías que es mi favorito?
– No lo sabía, pero lo intuí por cómo lo mirabas, y este café es maravilloso, me recuerda a mi tierra natal, y lo mejor, es el perfecto blend para este maravilloso cheesecake.
– Marta, ¿puedo exponer aquí mis fotos?, me encantaría comenzar mis exposiciones en este lugar maravilloso, además has sido muy amable conmigo, como pocos.
– Obvio que puedes, pero tengo dos condiciones. – La mira seriamente.
– ¿Cuáles?, no quiero perder la oportunidad – Ana mira al suelo nerviosa, pensando que no sería suficiente y perdería la oportunidad de hacer su primera exposición.
– Que me cuentes sobre tu trabajo, la fotografía, la inspiración, pero por sobre todo, cuéntame todo sobre ese gusto por los escritores, en una de esas puedo conseguirte uno, creo que conozco unos candidatos perfectos para ti – mientras le da un suave codazo de complicidad y amistad.
Así siguieron conversando, mientras que Ana se quedó pensando en esto último, sobre el por qué le gustaban los escritores, y tuvo una gran revelación sobre el por qué, bueno más que una revelación fué ese click interno que haces cuando de una vez por todas encuentras las palabras adecuadas para poder expresar lo que sientes.
– Dejame entenderlo, entonces tu pasión por la fotografía es porque eres tímida e introvertida, y las palabras te cuestan.
– Exacto, créeme que estoy haciendo un gran esfuerzo por mantener una conversación contigo, ya que recién nos conocemos y … bueno es complicado… pero tu ayudas bastante, eres muy amable.
– Gracias, es algo que nace desde mis adentros, me encanta ser servicial y ver a las personas contentas, por eso puse esta cafetería, para llenar y calentar los corazones de las personas con un rico café, pero cuentame un poco de los escritores – insistió Marta.
– Has insistido mucho con eso…
– Es que me encanta el chismoseo amoroso, soy una especie de alma de casamentera.
– Bueno… como te contaba, en la fotografía…
–Pero cuéntame de los escritores…
–Para allá voy, ten paciencia – le dijo Ana con risas.
– Lo siento, prosigue.
– Como te contaba… – prosiguió con el relato, pensando muy bien sus palabras – en la fotografía yo pude encontrar una forma de expresarme, el poder captar la esencia de la vida cotidiana es mi forma de hablar, de poder expresar lo que siento y lo que veo, en resumen, puedo transformar imágenes en palabras. Por otro lado, me llaman mucho, pero mucho, la atención los escritores, que su proceso creativo es a la inversa, es decir, ellos pueden crear imágenes a partir de palabras, poder dibujar o exponer fotografías en tu mente, solo encontrando la combinación perfecta entre palabras.
– Eso es muy bonito, y muy interesante, nunca me lo había planteado, es casi poético.
– Sí…Gracias.
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